
Una de las características más deseadas entre los gestores es la capacidad para aguantar la presión. (Hasta el día de ayer) Mariano Rajoy ha esquivado muchas balas y salido vivo de muchas situaciones donde estaba dado por perdido.
Mariano Rajoy es un buen gestor.
Una de las características más deseadas entre los líderes es la capacidad para generar nuevos horizontes de oportunidades e ilusionar a los demás para que les sigan.
Mariano Rajoy no es un buen líder.
Su epitafio político queda resumido en “Yo seguiré siendo español”. Siendo tal, ha mantenido el tipo hasta el último momento.
En fin, “En España no dimite ni dios”.
Estas fueron unas de mis primeras lecciones de introducción a la política española. Me las dijo una amiga. La misma que, cuando la pregunté por qué Javier Solana había llegado tan lejos, me contestó:
“Es simpático,… y habla inglés”.
Esas dos clases maestras fueron suficientes para comprender lo elemental de la política española:
poca exigencia y falta de ética.
(La frase sobre Solana de hecho la escuché en Belgrado que unos años antes, bajo la dirección de Javier Solana, fue bombardeada. Ahora, años después, el político español que desde su cargo en la OTAN propició la separación de Kosovo, se convirtió en el defensor de la integridad territorial: “Dejemos las fronteras en paz”
La política es el arte de hacer lo necesario. Pero es muy irresponsable dejar a que los políticos decidan qué es lo necesario.
He vivido en muchos países con grandes lagunas democráticas. Por suerte el camino ha sido ascendiente. Ahora me toca vivir en un país que en muchos aspectos es uno de los referentes democráticos. Pero su bienestar no es (sólo) el producto de la economía, industria o las políticas sociales. Estas también son la consecuencia de una cultura que tuvo la capacidad de ser el primer país del mundo que reconoció y reguló con una ley específica el derecho fundamental de Acceso a la Información Pública.
Su ley de transparencia Suecia lo adoptó en el año 1766.
España en 2013.
La base de la prosperidad social está en la transparencia. En hacer la gestión lo más previsible posible. Lo demás es circunstancial.
España necesita una nueva clase política donde por encima de ser español hay una gruesa capa de virtudes éticas. Y por encima de todas; la transparencia.
Se necesitan buenos lideres capaces de inaugurar un dialogo transversal que abra nuevos horizontes de oportunidades y genere nuevos recursos. Luego se necesitan buenos gestores que se limiten a gestionar las nuevas oportunidades y recursos. Solamente así, España se convertirá en un país que no se sorprenda cuando una ministra dimita por haber usado la tarjeta de crédito oficial para comprar dos barras de chocolate.