Apenas dos horas faltan antes de que la CUP se pronunciara sobre la investidura de Jordi Turrull como el candidato para el President de la Generalitat. La situación en la que se encuentran me recuerda mucho al siguiente dilema del prisionero:
Dos guardias vigilan a un solo prisionero en una habitación que tiene dos puertas. El prisionero sabe que una de ellas está cerrada con llave y la otra no, pero no sabe cuál de ellas es la que está abierta. También sabe que uno de los guardianes siempre dice la verdad y que el otro siempre miente, pero no sabe cuál de ellos hace una cosa u otra. Por último, se le ha dicho que la única manera de recuperar su libertad consiste en identificar la puerta que no está cerrada con llave haciéndole una sola pregunta a uno de los guardias.
No comparto muchas de las ideas de la CUP, pero he de confesar que admiro su coherencia. Sin embargo, para salir del dilema actual y elegir entre
a) abstenerse y favorecer al constitucionalismo, o
b) votar sí y rebajar el nivel de exigencias para continuar el camino hacia la independencia.
los cueperos tendrán que comprometer una buena parte de esta coherencia.
Hasta el día de hoy, gracias a los votos que tiene y su capacidad de decidir la votación, los cuperos han podido disfrutar de los efectos de lo que se denomina la psicología de lo inalcanzable. Es un efecto cuya paradoja tan bien expresan aquellas palabras de Bernard Shaw:
“Existen dos tragedias en la vida. Una de ellas consiste en no lograr lo que vuestro corazón desea. La otra consiste en lograrlo”.
De un u otro modo, la decisión que debe tomar hoy la CUP pondrá el fin a los beneficios del efecto. Sin embargo, la cosa es que, tal como pinta el panorama, cualquier de las dos posibles alternativas inaugura un escenario que también les favorece en su objetivo de debilitar el sistema y perpetuar la inestabilidad institucional.
En fin, algo muy cercano al moto de Andrew Grove, la mente detrás del famoso «Intel Inside» que decía “Let chaos reign, then rein in chaos”.
Boris Matijas 