La lectura de lo que está pasando en Catalunya hoy en día tiene muchas capas. Pero hay una de la que muy poco se ha hablado. Es el uso del nacionalismo para aguar el movimiento del 15M.
¡Divide y vencerás!
Mediante se iba desinflando el movimiento social, con mucha astucia semántica, los partidos nacionalistas se apoderaron del espacio público para distraer la atención de los temas sociales, hacia las reivindicaciones nacionalistas y la supuesta defensa de las mismas.
Ha habido un punto de inflexión en todo esto. Fueron las elecciones municipales de 2015. Fue la única vez que la indignación pudo transformarse en una verdadera alternativa de cambio real. Palpable.
El día que se conocieron los resultados de las elecciones en Barcelona estuve en una reunión de trabajo en uno de los despachos de abogados más importantes de España. Se vivía un ambiente ajetreado. Muchísimo movimiento. Caras cansadas. Estresadas.
- No veas el día que hemos tenido. – Me decía la persona con la que tenía la reunión. – No te puedes ni imaginar la cantidad de clientes que nos llamaron para preguntar dónde es mejor que se llevaran el dinero de España.
En las altas esferas del poder económico-financiero español, realmente se vivieron unos días de pánico que los medios de derechas calentaban con las insinuaciones absurdas sobre los “rojos” que venían para nacionalizar las empresas, saquear las iglesias y violar las monjas. Es allí cuando el poder real de España se juntó para hacer frente al 15M. Hicieron piña para canalizar las frustraciones de los indignados hacía el cultivo que mejores resultados da en la pobreza; el nacionalismo.
El resultado fueron las últimas elecciones generales y la reelección del Partido Popular. Pero no fueron los cuentos de la milagrosa recuperación económica los que lograron a convencer a la gente a votarles. Fue el auge del nacionalismo catalán que dio alas a un partido que se ahogaba en los interminables casos de corrupción, el paro galopante, saqueo del dinero público para sanar los bancos amigos, recortes de los derechos laborales, privatización de la sanidad pública, deterioro de la educación,….
En fin, fue el nacionalismo catalán que les tiró el salvavidas y les sacó del agua para ir remando juntos hacía el 1-O.
Y aquí estamos. Entre un Presidente del Gobierno que más se parece a un ayatolá interpretando las lecturas del libro sagrado. Y un President del Gobern que desde el rol del picador va clavando la puya al toro para ahormar su embestida, creyendo que con enfurecerle el trabajo estará hecho. Cada uno se quedó con una parte de los indignados. Se los repartieron entre ellos para aplaudirles el sinsentido que orquestaron.
El trasfondo del lio que están montando es la creciente desigualdad y la segregación social como consecuencia de los recortes sociales que con la excusa de la crisis impusieron. Ahora buscan polarizar el ejército de pobres que crearon y enfrentarlos para luego sacar otra tajada.
Por esto como decía en La H sonora: Si eres mileurista, no seas nacionalista. Acabaras siendo carne de cañón.
Lo que hoy en día vivimos es el inicio de la precampaña electoral. El daño está hecho y toca gestionarlo. Ellos ya empezaron.
“¡No volváis!” gritaban hace unos días en el Parlamento español varios diputados de PP cuando los representantes de ERC y del PDECat abandonaron el hemiciclo, en protesta por la acción policial en Catalunya.
No volverán. Igual que no volverán los Casi dos millones de personas que han dejado España en cuatro años por la crisis. Igual que no volverán los derechos laborales, la sanidad pública, las pensiones y los sueldos dignos.
No volverán, mientras la gente siga confiando su voto a los cuentos baratos de patrias sagradas. No volverán hasta que se impongan el sentido común, justicia, igualdad, trabajo, ética y respeto.
Me temo que lo que había entre España y Catalunya ya está roto de forma irreversible. Esperar que lo arreglaran los que lo rompieron sería insensato. La esperanza que ahora me queda es que en un futuro no muy lejano vaya a haber elecciones en ambos lados y que ganaran las fuerzas dispuestas a abrir un tiempo de reflexión y debate durante cual será abordada la futura relación entre ambos. Una relación que les hará más fuertes para ocupar el puesto que se merecen en una nueva Europa.